domingo, 17 de febrero de 2008

Pero esta es otra historia

"Pero esta es otra historia" es una frase, en mi opinión, emblemática de la historia del cine. La pronuncia Moustache, un personaje secundario de la película de Billy Wilder "Irma la dulce", que antes de comprar el bar en el que Jack Lemmon deja atrás su mal pagado pero honesto empleo de agente de policía para convertirse en el chulo enamorado de Shirley McLaine, fue groupier, mercenario, abogado, tocólogo y no sé cuantas cosas más. Porque, como muy bien dice Moustache, cada historia es otra historia.
Quizás la frase de Moustache, que repite machaconamente cada vez que tiene ocasión de hacerlo, no haya alcanzado nunca la relevancia de otras frases emblemáticas, como la de "este es el principio de una bonita amistad" que Humphrey Bogart dirige a Claude Rains en los últimos segundos de "Casablanca" y que, según dice Billy Cristal a Meg Ryan en "Cuando Harry encontró a Sally", es la mejor frase final que se ha escrito nunca en una película. Hay otras frases finales inolvidables, desde el "entonces sigue ahí" de Adrienne King en la primera parte de "Viernes 13" hasta el "abre tus ojos" de ultratumba que oye Eduardo Noriega al final de los títulos de crédito de la película del mismo título dirigida por Alejandro Amenábar.
Sin embargo, yo me quedo con la frase de Lou Jacobi, que también es una frase final, porque cuando el personaje de Lord X interpretado por Jack Lemmon se resiste a quedar confinado en el territorio de la fantasía de Nestor Patou y cobra vida para salir por su propio pie de la iglesia en la que el atribulado agente de policía encarnado por Lemmon se había casado con Shirley McLaine, el desconcertado Moustache recurre a su sempiterna cantinela: "Pero esto es otra historia", que da paso a los títulos de crédito.
Y es que, en efecto, cuántas veces en nuestras vidas hubiéramos querido tener, no una, sino varias, muchas, historias. Tantas como sea posible, para que los fantasmas que nos persiguen se difuminen en el polvo del olvido solo con cambiar de historia, con hacer un corte, un buen fundido y pasar a otra escena, como dice Marco Leonardi en "Cinema Paradiso". He ahí el secreto de la cautivación que siempre ha ejercido en mí la cantinela de Moustache en "Irma la dulce", cuya vinculación con la magia del cine resulta evidente. En el cine, como en la peculiar biografía de Moustache, hay tantas historias como películas, tantas vidas como fotogramas. Y tantas oportunidades como metraje. De ahí que haya decidido titular este blog con la inolvidable frase de Moustache, para que todos cuantos deseen participar sepan que, sea cual sea la historia que cuenten, esta será, siempre, otra historia. Su propia historia. O una de ellas, deberíamos decir.

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